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El Banco de Alimentos lanza un SOS: “Tenemos comida para 10 o 15 días como mucho”

El presidente de la entidad, Carlos Eslava, avisa de la situación crítica que atraviesan ya que los víveres han disminuido considerablemente debido a la gran cantidad de gente que está necesitando ayuda

Estantes vacíos y sin perspectivas de mejora a corto plazo. Más de dos meses después de que se decretara el estado de alarma por el coronavirus y con un índice de asistencia que ha roto todas sus cifras, el Banco de Alimentos Medina Azahara atraviesa una situación crítica que pone en duda el poder seguir atendiendo a las familias. Los víveres han disminuido considerablemente, al igual que las donaciones privadas, y las previsiones son claras: si la situación no varía, el Banco de Alimentos no podrá prestar ayuda en diez o 15 días porque no tendrá nada que dar.

“La situación que vivimos en el centro es como la que atraviesa una persona para la que el 5 de mayo es final de mes”, ejemplifica el director de la entidad, Carlos Eslava, que ha transmitido al alcalde y al resto de grupos municipales el estado de desabastecimiento que está sufriendo. El índice de asistencia de la entidad desde el estado de alarma es alarmante: si en 2019 atendió en total a 25.550 personas, durante los últimos dos meses se han sumado unas 20.000 personas más. Las donaciones también han aumentado, pero no tanto como para poder abastecer la altísima demanda.

Una vez decretado el estado de alarma y tras la urgencia que ya empezaba a experimentar un sector de la población en Córdoba, el Ayuntamiento constituyó la plataforma Todos por Córdoba para canalizar las peticiones de ayuda. Estas peticiones de ayudas de personas, explica Eslava, “fueron asignadas a diferentes instituciones y organizaciones, que son las que se encargan del reparto de comida que recogen del Banco de Alimentos”. Por ejemplo, a la ayuda que ya prestaba la parroquia de San Acisclo antes de la crisis, se le sumaron otras 30 familias más. Sin embargo, la ayuda continuaba sin llegar a todos los puntos de la capital y provincia, lo que llevó a otras asociaciones, cuyo fin no es el abastecimiento de comida, a repartir comida en colegios.

Sobre el apoyo de las instituciones públicas, Eslava echa en falta donaciones tanto del Ayuntamiento como de la Diputación, entidades de las que, asegura, “no se ha recibido todavía un euro para comprar comida”, por lo que la supervivencia del Banco de Alimentos se sustenta en donaciones privadas y en convenios nacionales. No obstante, el presidente de la entidad reconoce la campaña de apoyo realizada por el Consistorio, que le ha permitido conseguir 200.000 euros.

Este desabastecimiento ha llevado a la entidad a poner en marcha la operación A por los 1.000 carritos, aunque la necesidad real del Banco de Alimentos es de 6.000 o 7.000 carros al mes. Por otro lado, los donativos, “aunque son muy bienvenidos”, imposibilita tener “una tranquilidad de que vas a ofrecer a la gente lo que necesita” ya que la organización “trabaja con grandes cantidades, por lo que el acopio de alimentos no se hace de un día para otro”.

Sin lugar a dudas, para Eslava, la actual crisis es mayor que la que se produjo en 2008, cuando el sistema productivo no se frenó de manera tan drástica como ha sucedido desde el pasado 14 de marzo con el estado de alarma. Insiste en que “la magnitud de la situación es estratosférica” por lo que pide tanto al Ayuntamiento como a la Diputación un “sistema de emergencia” porque, avisa, “hay un riesgo grande de dejar sin comer a la gente”.

Recuerda que, aunque el Consistorio le ha concedido una ayuda de 50.000 euros, todavía no la han cobrado. “No me vale que me digan que dentro cuatro meses la recibiré porque, ¿qué hago? ¿Le digo a esa familia, que no tiene para comer, que venga dentro de cuatro meses? Todos los días recibimos comida pero no es suficiente y estamos permanentemente con la soga al cuello”, confiesa.

La ecuación matemática es simple: si el Banco de Alimentos no tiene comida para dar, no puede seguir ayudando. Pero la consecuencia que puede generarse no lo es tanto. “El problema social que se puede presentar es de mucha envergadura. Es cierto que se van a dar bonos municipales para comprar comida, pero ese trámite pasa por un trabajador social que tiene más documentos que resolver”, recuerda. “Cuando no quede nada dejaré abierto el Banco de Alimentos para que la gente lo vea. Todas las instancias políticas conocen lo que está pasando. Si más tarde se da una situación crítica, que no digan que no lo sabían porque claro que lo sabían”, sentencia