CARTA A MIS PAISANOS DEL NORTE DE CÓRDOBA
Alejandro López Andrada;
Queridos amigos, paisanos y vecinos de los Pedroches y el Guadiato, tras el largo periodo que hemos venido soportando la falta de agua potable en nuestras casas, unos meses teñidos de penalidades, hoy, en este día espléndido de abril, un mes obsequioso con nuestra tierra y nuestros campos, debemos sacar fulgor de la penumbra, y sentirnos más fuertes y más unidos que nunca para exigir y reivindicar en voz alta y firme que el norte de nuestra provincia cordobesa debe ser escuchado y atendido en sus demandas. Estamos viviendo una época difícil. Ha sido un año larguísimo y terrible viendo cómo brotaba agua tóxica del grifo, teniendo que ir a buscar agua potable de un camión cisterna, la insólita imagen de una cuba somnolienta que nos retrotrae a más de medio siglo atrás, a los años de posguerra, cuando nuestras casas aún carecían del líquido elemento y la gente iba a diario, y en peregrinación, a las fuentes y los pozos próximos al pueblo.
Durante estos meses de atrás, circunstancialmente, la imagen que ha dado el norte de Córdoba, el Guadiato y los Pedroches, pese a su voluntad, en la prensa nacional, incluso internacional, ha sido la de una zona deprimida y tercermundista, olvidada y sumida en una indiferencia injusta, amarga. El abandono y el olvido por parte de quienes debieran protegernos, nuestras autoridades a cualquier escala, venimos sufriéndolo desde hace mucho tiempo, décadas e incluso siglos en muchos casos. Pero lo que ha ocurrido en estos meses últimos roza lo trágico y grotesco. Sabemos que la sequía, debido a ese cambio climático que algunos aún siguen negando, ha sido en principio la raíz y el motivo del enorme problema de escasez de agua en muchas zonas del país; no obstante, centrándonos aquí, en nuestra magullada tierra, tienen mucha responsabilidad aquellos que no han puesto un mínimo interés, ni han luchado como era debido para revertir, o al menos enmendar, una situación verdaderamente inhumana, caótica y siniestra.
A veces, cuando uno medita y reflexiona sobre la trágica y umbría realidad que estamos sufriendo en esta zona debido al tema del agua, querría imaginar que solo es fruto de una pesadilla, de un sueño terrible que va a desaparecer con la luz del alba, con el primer temblor del nuevo día en el aire azufrado de nuestras calles y nuestros campos; pero, por
desgracia, no es así: nuestra zona anda sumida en una espesa oscuridad, en un abandono absoluto, insoportable, que podía y debía haber sido resuelto por parte de quienes ostentan el poder. No debemos engañarnos, y aún menos resignarnos. El agua caída como un maná del cielo no es, por desgracia, la solución definitiva. La situación aún sigue siendo grave, muy dura de afrontar, y no es hora por ello de que nadie, ningún falso profeta o héroe ridículo, se ponga medallas y venga a decirnos que, gracias a él, o al poder que su cargo representa, el problema del agua en nuestra zona ha sido resuelto. Pero no es así. Quien diga eso miente, porque la realidad, por desgracia, es bien distinta. El problema del agua aún no se ha solucionado. Yo creo que aún queda mucho por hacer, que todos los habitantes de esta zona, magullada y herida, debemos estar más unidos ahora que nunca y luchar por nuestro presente y nuestro futuro con muchísimo ánimo, con enorme dignidad, huyendo del miedo y la resignación que quizá en otro tiempo marcó nuestro carácter. No debemos por ello resignarnos nunca, sino exigir con fiereza, alzar la voz, luchar contra la marginación de nuestra tierra uniendo con fuerza nuestras inquietudes y esperanzas, exigiendo no solo un agua limpia y pura, sino más inversiones de todo tipo en industria e infraestructuras. Como dije al principio, vivimos un tiempo oscuro; pero quiero ser optimista por un momento y pido ilusión, unidad, valentía y entusiasmo para luchar y exigir lo que nos corresponde, todo lo que es nuestro y se nos niega, como ha sucedido hasta hoy con el agua potable. Unamos con ánimo nuestras voluntades exigiendo un futuro mejor para esta tierra, el norte de Córdoba, Los Pedroches y el Guadiato.
Alejandro López Andrada 24 de abril, de 2024