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Coronavirus Córdoba: La vacuna permite atisbar con esperanza el final del covid

Manuel Prieto, de 77 años y residente en el centro de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, se convierte en la primera persona en recibir la inmunización en Córdoba

fuente : el día de córdoba

Diez meses, 42 semanas, 292 días. Éste es el tiempo transcurrido entre la jornada en la que se declaró el primer caso de coronavirus en Córdoba y el día en el que las vacunas llegaron a la provincia. Ha sido en un domingo soleado y de mucho frío, en el que todo el mundo estaba pendiente de una furgoneta: la que llevaba en su interior 46 viales con 230 vacunas destino calle Buen Pastor, al barrio de la Judería.

Primero, la mirada se posó en Granada. Allí, pasadas las 10:00, llegaban las 1.845 dosis de Pfizer que debían distribuirse por Andalucía. Sobre las 12:00, el vehículo que transportaba las vacunas correspondientes a Córdoba salía del granadino Centro de Compras Provincial del SAS.

La furgoneta con las vacunas sale de Granada.
La furgoneta con las vacunas sale de Granada. / ANTONIO L. JUÁREZ

Una tranquila y umbría calle Buen Pastor, que cualquier 27 de diciembre habría sido un ir y venir de turistas, aguardaba en su estrechez la entrada de la furgoneta. Alrededor de las 13:15, frenaba frente a la puerta de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados otro vehículo, el que llevaba al equipo humano encargado de inocular las primeras (y tan deseadas) dosis contra el covid en Córdoba. Raúl Pérez, Conchi Moyano y Luisa Anguita son tres de los enfermeros que se han formado para tratar e inyectar este medicamento, que tiene algunas características propias que lo diferencian de otras vacunas.

En un día de tantas certezas –la vacuna llega, la vacuna sirve, la vacuna salva– también tenían cabida las emociones, como la derrochada por Conchi Moyano, una de las enfermeras del equipo. Cuando apenas había pronunciado unas palabras, esta sanitaria se rompía: «No hablo más, que lloro». Y es que, para Conchi, echar la vista atrás es volver a revivir «muchas emociones, muchas batallas», cosas «espeluznantes». Para los que no confían y tienen dudas sobre la vacuna, esta enfermera también guardaba un mensaje: «Hemos luchado mucho para conseguir esto, hay que ponérsela».

Llega a la calle Buen Pastor el equipo sanitario que pondrá las vacunas.
Llega a la calle Buen Pastor el equipo sanitario que pondrá las vacunas. / SALAS

Y es verdad que han luchado mucho. Este equipo sanitario ha estado batallando contra el covid desde las cocheras del Castilla del Pino, haciendo PCR y test de antígenos día sí y día también para poder abordar una pandemia que no en pocas ocasiones se ha desbordado y ha perdido el control. Por eso, cuando llegaba la segunda furgoneta, la que guardaba las vacunas en su interior, algo parecía enderezarse.

Y quizá eso que se erguía era la percha de Manuel Prieto. Gallego, 77 años, chaqueta azul marino y corbata a rayas. Él ya se ha convertido en historia de esta ciudad y de la provincia al ser la primera persona en Córdoba en recibir la vacuna. Junto a dos hermanas de la orden de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Manuel salía a la puerta del centro en el que lleva año y medio minutos después de que el vehículo con las dosis estacionara en la puerta.

Manuel Prieto hace la señal de la victoria minutos antes de vacunarse contra el covid.
Manuel Prieto hace la señal de la victoria minutos antes de vacunarse contra el covid. / SALAS

Protagonista indiscutible de la jornada, dando lecciones con cada palabra que soltaba por su boca, Manuel aseguraba a la prensa antes de vacunarse que no tenía miedo alguno, sino muchas ganas y mucha alegría. «Espero que volvamos a la normalidad, eso es lo único que espero», relataba este gallego afincado en Córdoba desde hace más de 40 años.

Manuel contaba también que no ha sentido miedo durante los peores meses de la pandemia porque aquí, en la residencia, «nos han tratado muy bien y han procurado tenernos aislados del mundanal ruido». La protección ha sido tal que este residente afirmaba que, por suerte, en este centro no se habían registrado contagios, cuando realmente ha sido uno de los más castigados por el virus. Una de las hermanas sonreía detrás de Manuel y contaba en voz bajita que sí, que casos ha habido, pero que quizá este residente no se haya enterado por esa protección «del mundanal ruido» que se la ha ofrendado entre las paredes de la que es su casa y la de otros 102 mayores.

Una de las hermanas de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados recepciona las vacunas.
Una de las hermanas de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados recepciona las vacunas. / SALAS

Minutos después de relatar sus sensaciones, Manuel recibía la primera de las dosis de la vacuna (para inyectar la segunda habrá que esperar 21 días) y junto a él, otros residentes de este centro, así como algunas trabajadoras. Calle abajo, a escasos minutos a pie, llegarían horas después las dosis para la residencia de San Juan de la Cruz, donde la previsión era vacunar a 79 personas.

A partir de aquí, la situación se repetirá en las residencias de mayores de toda la provincia y en muchos hospitales, como en el Reina Sofía, donde también este domingo se ha empezado a vacunar. Sin embargo, pocas jornadas se asemejarán a la de este domingo. Un domingo de primeras veces cuando el final del calendario apura las últimas horas. Un domingo de hitos que quedarán en la retina de quienes se han emocionado por contar con la certeza de que todo esto va a terminar. Un domingo en el que Córdoba se ha cargado de esperanza para coger las fuerzas necesarias y acabar, por fin, con esta pesadilla.