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La falta de lluvias marca la caída en la producción del cereal en Córdoba

La superficie de cultivo de trigo duro ha aumentado en torno a un 5%

La recolección de cereales en la provincia de Córdoba ha comenzado «con rendimientos a la baja a causa de la falta de lluvias de otoño e invierno», que hicieron que «se implementara mal la simiente y un escaso ahijamiento de plantas».

Al contrario que el año pasado, se ha tenido una primavera lluviosa que ha recuperado partes de cultivos que estaban muy afectados, pero no ha sido suficiente y se ha visto perjudicado por la temperatura veraniega en el mes de mayo, según ha indicado Asaja Córdoba. Todo ello ha provocado que los cereales este año «no cumplan con las expectativas en producciones y estemos ante un año de producciones medias bajas».

El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, ha informado de que en la provincia de Córdoba en la campaña 2021/2022 ha aumentado la superficie de cultivo de trigo duro en torno a un 5%, (debido al repunte de precios de la campaña pasada) siendo la superficie cultivada de aproximadamente 39.800 hectáreas, frente a las 37.900 hectáreas del año pasado con unos rendimientos medios de 3.000 kilos por hectárea. Una bajada de producción en comparación con el año pasado de un 18%.

En cuanto a los trigos blandos, se estiman unos rendimientos de 3.200 kilos por hectárea y un pequeño descenso de la superficie en torno al 1,5% llegando a sembrarse en esta campaña 21.900 hectáreas.

Por otro lado, se han dado «bajas producciones y de poca calidad» en los cereales para forrajes, como es la avena, presente principalmente en Los Pedroches y Alto Guadiato con destino a la ganadería. Ello ha sido debido a su escaso porte y ahijamiento por la falta de precipitaciones en época otoño e invierno.

Con independencia de las cifras finales de producción, la sectorial de Asaja ha hecho hincapié en la necesidad de dar solución a una serie de problemas que afectan a los productores cerealistas y que tienen que ver con la prohibición de quema de restos de cosecha; los daños producidos por la fauna cinegética; la falta de reciprocidad en las importaciones de cereales y la volatilidad de los precios.

Respecto al problema generado por la prohibición de la quema de los restos de cosecha, «los agricultores piden sensibilidad a nuestros políticos» ya que esta práctica «es una herramienta con la que siempre ha contado el agricultor y que le ha facilitado el control de plagas y malas hierbas». «Un año más, se ha demostrado que la eficacia de las materias activas que van quedando en el mercado cada vez es menor, por lo que la quema resulta cada vez más necesaria y constituye una herramienta útil para el agricultor», ha afirmado Asaja.

Otra de las conclusiones de esta sectorial tiene que ver con las importaciones de cereal. Desde Asaja han reclamado que «se incrementen los controles en frontera y se exija reciprocidad a aquellos productos procedentes de terceros países, ya que éstos, en muchas ocasiones, no cumplen con las exigencias que se imponen a las producciones europeas. Las reglas del juego tienen que ser iguales para todos productores», han subrayado. 

Aumento de las cotizaciones

Por último, y «ante el sorprendente aumento de las cotizaciones y la volatilidad de los precios en los mercados internacionales y mercados de futuros», la sectorial de Asaja quiere dejar constancia de que estos movimientos en el mercado «obedecen fundamentalmente a prácticas especulativas y que los agricultores no se han beneficiado de estos precios, ya que las cosechas estaban vendidas con anterioridad».

Además, Asaja ha destacado que a esta situación «se le añaden nuevas dificultades derivadas de la fuerte subida de costes que están registrando ciertos insumos, como los abonos, semillas, fitosanitarios y el gasóleo, que se encuentran disparados y subiendo progresivamente. De hecho, si se comparan los gastos de esta campaña con respecto a la situación de hace un año, el coste del gasóleo se ha incrementado en un 53 por ciento, pasando de 56 céntimos el litro a 86 céntimos».

Por otro lado, ha añadido la organización agraria, «el precio de la semilla ha pasado de 0,33 euros/kg a 0,415 euros el kilo, es decir un 25,7% más. Pero, sin lugar a dudas, el gasto en abonos es el que más se ha incrementado, un 105% respecto al año anterior, pasando de uno 380 euros la tonelada a 780 euros.