Un libro aporta datos nuevos sobre la relación entre las Siete Villas de los Pedroches y la Casa de Alba
Una investigación del periodista Arturo Luna arroja nuevos datos sobre el vínculo con la Casa Real
El periodista pozoalbense Arturo Luna Briceño, conocido por su larga carrera como reportero en RTVE, acaba de publicar en dos volúmenes su obra ‘El Estado de Los Pedroches. El sueño de los Marqueses del Carpio’, editado por la Fundación Ricardo Delgado Vizcaíno y la Sociedad General de Autores (SGAE) y prologado por el catedrático de la UCO José Manuel Cuenca Toribio y por el actual duque de Alba y marqués del Carpio, Carlos Fitz-James Stuart.
Se trata del resultado de una investigación de años, gracias a la cual Luna Briceño ha podido enhebrar un relato histórico del tiempo en el que las Siete Villas de los Pedroches dejaron de ser propiedad de la Casa Real para pasar a integrarse en las propiedades de los Marqueses del Carpio en primer término y posteriormente del Ducado de Alba. Según explica el escritor, este relato, que mezcla la incomprensión de los vasallos ante las decisiones reales con un curioso pago a través de obras de arte que hoy se pueden ver en el Museo del Prado, viene argumentado por los documentos que ha podido rescatar en archivos muy diversos. Entre otros, el Catastro de Ensenada, los archivos de la Chancillería de Valladolid, el Palacio Real o el CSIC, el Archivo Histórico Nacional o los manuscritos de la Biblioteca Nacional.Thanks for watching!PUBLICIDAD
Cuenta Lucena Briceño que los habitantes de las Siete Villas de Los Pedroches -Alcaracejos, Añora, Pedroche, Pozoblanco, Torrefranca, Torremilano y Villanueva de Córdoba- hicieron un intento de adquirir su territorio al Concejo de Córdoba en la primera mitad del siglo XVII e incluso realizaron los pagos acordados no sin dificultades, debido a que fueron malos años de cosechas. Lo curioso según explica el autor es que, pese a que en 1648 lograron cerrar el pago, vieron una década más tarde como el Rey Felipe IV le regalaba estos territorios a su valido, Luis Méndez de Haro, sobrino del Conde-Duque de Olivares, VI marqués del Carpio y I duque de Montoro. En concreto, según Arturo Luna, «le regaló 2.000 vasallos, por lo que, tras realizar un padrón de las Siete Villas, se estableció el pago por los 1.649 de más que había, pues se situó tras el recuento en 3.649». Con este regalo, Méndez de Haro extendió sus posesiones por tierras limítrofes a las que ya poseía la Casa del Carpio, mientras que los vasallos poco pudieron hacer ante esta decisión real.
El libro relata el problema que surgió con el pago de esos vasallos que quedó pendiente con la Corona, pues ni lo ejecutó nunca Méndez de Haro ni tampoco su hijo y heredero, Gaspar de Haro. Este último personaje, conocido como el Marqués de Eliche y señor de Los Pedroches, llegó a ser montero mayor del Reino y persona de confianza del Rey, aunque cayó en desgracia, según cuenta Luna Briceño, por su decisión de no entregarle al monarca un cuadro que su padre le había dejado en herencia. Tras ser acusado de atentar con pólvora en el Buen Retiro, Eliche, un personaje de novela, fue encarcelado y luego obligado a luchar en la guerra de Portugal como soldado común. Salió vivo del lance y al final ocupó cargos en Roma y como virrey de Nápoles, donde murió en 1687 sin abonar la deuda que tenía por la Siete Villas de Los Pedroches.
Impagos a la Corona
‘El Estado de Los Pedroches’ relata por último la fórmula que se encontró años más tarde para afrontar el pago, que lo hizo finalmente la hija de Eliche, Catalina de Haro, casada con el X duque de Alba, con la entrega de 44 obras de arte, diamantes y joyas a Carlos II, algunas de las cuales hoy forman parte de la colección del Prado. El Señorío de los Pedroches permaneció en manos de la Casa de Alba, en cuyos Estados se integró como el más joven de todos ellos, algunos años más, según explica en su libro Luna Briceño. Concretamente hasta que, tras la Guerra de Sucesión, los Borbones crearon el Ministerio de Recuperaciones para reclamar los impagos y fortalecer así a la Corona frente al poder señorial. A la Casa de Alba le reclamaron una fortuna de más de cuatro millones de reales, que finalmente saldaron devolviendo a la Corona, a Fernando VI, el Estado de los Pedroches en 1748, por lo que las Siete Villas retornaron a ser tierra de realengo, condición que mantuvieron hasta las primeras décadas del siglo XIX, cuando desapareció el sistema señorial.
Según explica Luna Briceño, «la Casa de Alba, tras perder su Estado más joven, pudo mantener el resto y se garantizó una buena relación con los Borbones». Por su lado, los vasallos pedrocheños volvieron a estar bajo la Corona no sin desacatos constantes, a los que, según el historiador, puso fin el Marqués de la Ensenada con advertencias y amenazas muy duras. «Yo creo que fueron siempre forzados, y me gustaría que esta historia pueda servir como primer paso para declarar como Patrimonio Mundial el encinar de Los Pedroches, el lugar al que esas generaciones le sacaron con sacrificio lo necesario para que estos pueblos sean hoy lo que son».